Si se trata de perderse un rato, el centro de Madrid siempre es la opción. Pero una vez que acecha el hambre, vale la pena tener los antojos en la mira, gestionar una reserva con un poquito de anticipación y solo encargarse de disfrutar. Por eso te traemos dos recomendaciones claves, específicamente en el barrio de Justicia que me quedaron grabadas en la mente y es imperativo compartir tanto con locales como quienes nos visitan en Madrid.

El Charrua, a mi criterio, es el mejor de carnes de la ciudad. Siempre cuentan con un pescado fresco del día a la brasa que vale la pena pedir y confirmar los niveles de frescura que manejan. En cuanto a ambiente: divino y acogedor. Tienes la parrilla en acción a la vista siempre, no hay secretos, solo espectadores. Recomiendo ampliamente:

• Alcachofas y pimientos morrones a la brasa para empezar y, por qué no, una ensalada de tomates o Nini para preparar el paladar.
• Unas mollejas, porque siempre definen de alguna manera la calidad del lugar.
• Y, tras una deliberación completa, pedir el Lomo Alto Holandés Simmental es un deber.

Por otro lado, el Fismuler es un lugar más bien moderno que se caracteriza por toda su onda. Es bueno para todo: además de contar con shows fijos todas las noches a las 11pm, se come y bebe de maravilla. Y aunque puede llegar a ser complejo reservar, vale toda la pena. Los platillos suelen ir de acuerdo a las temporadas, por lo que es probable que algunos de los más eclécticos los vuelvas a encontrar en otro momento. Por lo pronto, sugiero:

• La dorada hay que pedirla sin falta.
• En cuanto a bocados personales: pan txino, gazpacho verde y cogollos aliñados con queso.
• Para compartir –el chiste es ir con suficientes personas para compartir–, albóndigas, chuletón rubia gallega, el steak tartar y milanesa con trufa (es enorme).

Los postres, a pesar de ser el cierre, son los musts que más rescato de este espacio y lo que te hará planificar la próxima visita: la tarta de queso es única, espectacular, así como el flan de mascarpone.